No entiendo en que momento se perdió el gusto por nuestra música, talvez fue la globalización que ha bombardeado a nuestras actuales generaciones con porquerías en cuanto a géneros musicales. En la actualidad los jóvenes se avergüenzan de lo nuestro, y detestan escuchar tan solo un acorde de alguna melodía con ritmo auténticamente ecuatoriano.
Personalmente adoro los pasillos, albazos, sanjuanitos, yaravíes, pasacalles, bombas, etc, pues llevan el sentimiento de lo que representa ser ecuatoriano. Y en este país sucede algo raro, pues se ha sepultado nuestra identidad musical, cuando debería ser lo contrario, de lo autóctono se deberían lograr nuevos sonidos y ritmos, y nuevas canciones, cosa que casi no sucede.
El escuchar música nacional conlleva relizar un viaje imaginario o de ensoñación, recorriendo nuestros volcanes, nuestras ciudades, la diversidad cultural y nuestras costumbres y sentimientos. La mayoría de nuestra verdadera música habla del amor, de la vida, de penas, de sentimiento, de tristeza, también de alegría, de celebración, de nuestro querido y lindo país.
Por eso debemos querer nuestra música, no dejarla morir, y en la medida de lo posible lograr que las nuevas generaciones logren aceptar algo tan bello, tan sublime, como son las composiciones de gente con inspiración y verdadero amor al arte y a lo que somos.
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